La importancia de la experiencia en la Primera Infancia y la Educación Preescolar
Los primeros años son decisivos en la vida de las personas, en tanto es el momento en el cual se establecen importantes bases del desarrollo cognitivo y socioemocional. Durante estos primeros años, el desarrollo se encuentra influenciado de manera importante por la experiencia, la cual brinda un contexto donde se facilita el aprendizaje y desarrollo de distintas destrezas y capacidades.
Esta experiencia viene a construirse a través de relaciones y vínculos, interacción entre los diversos sistemas sociales así como las oportunidades que se brindan a los niños y niñas para el desarrollo en diversas áreas, las cuales suceden tanto en ambientes formales como informales.
Así, las vivencias de los niños y niñas en su cotidianidad infantil, sumado al acceso a oportunidades estimulantes, vienen a sentar las bases para su desarrollo futuro; esto va desde un trato amoroso y la seguridad brindada por parte de sus cuidadores a través del vínculo (como la madre), pasando por oportunidades para explorar y conocer el mundo a través del juego hasta la participación en ambientes de aprendizaje formales como el preescolar. Por ejemplo acciones como responder a sus formas de comunicar y al llanto de manera empática, establecer conversaciones con vocabulario enriquecido, leer libros en conjunto y desarrollar juegos guiados por el niño o niña son experiencias contribuyen a su desarrollo a corto y largo plazo.
En el contexto costarricense se ha detectado sin embargo, que el acceso a oportunidades de desarrollo es desigual inclusive desde los primeros años de vida, y ello tiene un impacto posterior. En un país donde la desigualdad a nivel social se ha ido ampliando a lo largo de los años, desde el momento en que los niños y niñas ingresan al preescolar ya se encuentren diferencias en cuanto al desarrollo de habilidades, puesto que los contextos de desarrollo, prácticas familiares y acceso a diferentes recursos son distintos. De ahí los recientes esfuerzos del Ministerio de Educación Pública por ampliar la cobertura en estos programas (Estrategia Educación en la Primera Infancia), y según el más reciente Estado de la Educación (2019), la tasa de cobertura se encuentra actualmente en un 80%, tras haber estado estancada en un 60% la década anterior.
Y es que se ha comprobado que invertir en la primera infancia tiene un retorno importante a nivel social y económico que no solo incide en el rendimiento académico en primaria, si no que, según informe del Banco Interamericano de Desarrollo (2013) son intervenciones equitativas y eficientes a la vez, de forma que reducen la desigualdad y elevan la productividad. Es decir, los efectos de la educación preescolar trascienden al ámbito académico y la infancia, manteniéndose en el largo plazo e impactando por ejemplo el bienestar y el sistema de justicia criminal. De esta forma, se vuelve evidente además el rol social de la educación, así como la importancia de que este se reconozca desde etapas tempranas del desarrollo por las familias responsables de niños y niñas en edades tempranas.
Así, especialmente en países en desarrollo como Costa Rica, es recomendable que los niños y niñas inicien su etapa preescolar de forma temprana, aumentando la eficiencia de estas intervenciones y buscando alcanzar mejores resultados. Y es que cuando los niños y niñas tienen la oportunidad de acceder a servicios de preescolar, se genera toda una serie de experiencias integrales que acompañan su desarrollo, sentando las bases para un futuro a través del vínculo, la socialización y acompañamiento acorde a la etapa de desarrollo.